domingo, 10 de junio de 2007

Memorias de Valsain

Escapada a Valsain. Nos ponenos en marcha, carretera, calor y viento. Curvas, puerto y mate, que no falte. Al llegar, aparcamos en la plaza del pueblo y veo que aún sobreveviven unos carteles de las pasadas elecciones municipales, son de IU Los verdes por Segovia, sonrío por lo vivido y me recuerdo subida a una escalera, de noche y furtiva, con las manos impregnadas de cola. En el restaurante de Pablo todo son regalos: su compañía, los recuerdos de Baires, la provoletta, los sorrentinos caseros y el asado, en bandeja de plata y con papas fritas, como mandan los cánones. Una delicia. Aprendí a diferenciar la carne española de la argentina, es muy fácil, "cuando te metés la argentina en la boca te vienen recuerdos de asados memorables, con la española solo puedes triturar y tragar", aclara Pablito.
Y es verdad, compruebo que al masticar un trocito de tira de cola muy hecho, como me gusta, me transporto al quincho de Santa Fe, rodeada de amigos y familia, entre risas y copas, cuando no me hubiese sentido más feliz en ninguna parte, cuando estuve más acompañada que nunca, cuando sentía formar parte de algo grande.
Hablamos de Corrientes, de ordenadores, de falsos paradigmas, de las malditas certezas que convierten la vida en lo más aburrido y egoísta. El bien común, algo perdido que es indispensable recuperar.
El vino riojano me hizo perder las sandalias durante el paseo por el prado. En algún momento, elegí sentír el contacto con la hierba, pisar margaritas y cardos, buscando desesperadamente la libertad añorada. Las promesas más sinceras son aquellas que gritamos a la montaña y ella nos responde, desde algún lugar, para cerciorarnos de que eso quedó ahí, que tomó nota, y siento que mis palabras quedaron grabadas en el corazón de la Tierra.
Varios truenos anuncian la inminente tormenta que nos sorprende de vuelta a casa, a nosotros y al caballo alocado que relincha, sacudiendo su sorprendente crin al viento y a la esclavitud que sufre en un cercado próximo.
Concentrada en resguardarme, sumerjo el pie en un barrizal y cuando lo rescato, se ha carbonizado hasta el tobillo. Intento limpiarlo de barro con el agua de lluvia y entre mis dedos capturo una bolita de granizo, que queda retratada en mi memoria, una de esas imágenes de belleza inusual.
De vuelta con Pablo vemos llover a través de sus cristales, con la montaña de fondo que siempre nos vigila entre melancólica y atenta. La poesía lo inunda todo, sonando alguna melodía de algo que no reconozco pero que carga el momento de solemnidad sincera, sin querer, estamos mirando a través de un papel transparente el alma del poeta, desde el otro lado.
Como en todas las escapadas, también toca perderse en el camino y por el camino, para no encontrar la prisa y muchas respuestas. Llegar a casa de Ronny y abrazarlo después de muchos meses.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Olgi,

describes todo tan bien... ¿para cuándo un libro?

Anónimo dijo...

Siempre has tenido mano para esto de las letras, amen de otras sensibilidades.
En cierto modo me sorprende que elijas este medio, ya que considero que va mas contigo la pluma y el papel, no obstante animo porque lo haces muy bien, mi poetisa melancolica.
Recuerdos "Cabecita loca".

XAVIER DUARTE ARTIGAS dijo...

A TRAVÉS DE TU LENGUAJE TRANSPARENTAS PARA MÍ. TE CALCO CONTRA UN VIDRIO Y ESTA `LEJURA´ TRANSOCEÁNICA PARECE NO SER, DILUIRSE EN LA PIZCA DE ESE GRANIZO QUE AÚN PALPITA EN LA PALMA DE TU MANO.
MUY BUENO LO TUYO.
UN ABRAZO DE XAVIER.

Gilda dijo...

Pedro, ya sabes que los libros los publican unicamente algunos privilegiados como tu. Con este rinconcito me conformo.

Cabecita loca, cuanto tiempo sin escucharlo... Gracias, espero que me leas de vez en cuando. Y dime cosinas, que siempre es un reto replicarte.Besinos

Xabier, tus palabras son una preciosidad. Animan a seguir ahondando en mi alma.