martes, 15 de enero de 2008

Adiós para Angel González

A las 10 de la mañana de ayer el féretro con el cuerpo del poeta llegaba al crematorio del cementerio de la Almudena. En la puerta aguardaba su esposa y compañera sentimental desde hace casi dos décadas, Susana Rivera, acompañada por el poeta Luis García Montero, la escritora Almudena Grandes y el músico Joaquín Sabina. “Se fue sin sufrir y lleno de vitalidad”, balbuceaba su mujer entre lágrimas. Y escribiendo hasta el último día. Preparaba un nuevo poemario y ya tenía varios títulos seleccionados. Y aunque en los últimos días se había sentido algo cansado, seguía teniendo fuerzas para sentarse frente al papel. Unos versos que seguro algún día verán la luz.
Unos minutos después daba comienzo una breve ceremonia de despedida. Versos, aplausos y lágrimas ponían punto final a lo que fue un precioso homenaje dedicado a un poeta sencillo y feliz, como le definieron sus amigos, que murió de manera inesperada a causa de una crisis respiratoria.


Joaquín Sabina (compositor): Sabina, que había puesto música a algunos de los poemas de Angel González, dijo que "ojalá los españoles se enteren, los que no se enteraron antes, de que este señor era un poeta en carne viva y uno de los seres humanos más dignos, decentes y ejemplares que han existido". JWS

Largo es el arte; la vida en cambio corta
como un cuchillo
Pero nada ya ahora
-ni siquiera la muerte, por su parte
inmensa-
podrá evitarlo: exento, libre,
como la niebla que al romper el día
los hondos valles del invierno exhalan,
creciente en un espacio sin fronteras,
este amor ya sin mí te amará para siempre.

domingo, 6 de enero de 2008

Navidad Quijotesca

Estas navidades empezaron como todas, con las luces navideñas por las calles un mes antes, aquí en Talavera ya lucían el 1 de diciembre. Además aparecieron las caóticas aportaciones vecinales en las terrazas; frente a mi balcón colocaron un corazón luminoso y otras composiciones brillantes sin ningún criterio estético que me recordaban cada atardecer que el ahorro energético nos los pasamos por ahí. Al derroche de luces puticlubescas le sumé un ataque de pánico ocasionado por la poco afortunada decisión de dirigirme a un centro comercial un sábado por la tarde, ya, ya sé, ¿a quién se le ocurre?. Mi crisis se auguraba cuando divisé a lo lejos a un padre intentando empujar a presión una caja gigantesca (algún tanque en miniatura para su hijo) en el maletero de su coche sin éxito. Pero como diría mi madre: “esto tiene que entrar…”.
Aún no me había sumergido en la vorágine consumista, estaba en la puerta. Inevitablemente, a los dos minutos de inmersión, los empujones y los gritos me hicieron salir de allí al más puro estilo Harrison Ford en el “fugitivo”, comencé a correr en busca de aire fresco como alma que lleva el diablo.
Ahí surgieron mis anhelos de pasar unas no navidades en Marruecos, lejos de esta locura católica occidental. Finalmente truncadas, otro año será.
Pero estuvo bueno. En el pueblo, la reserva manchega que aún perdura, los encuentros y bienvenidas dieron sentido a unas fiestas en las que siempre me acecha la tristeza, pero que también me traen regalos. Uno de ellos vino de Cuba aunque es chileno. Y me contó una bonita historia que le sucedió de adolescente, después de muchos piscos en su Santiago natal. Al llegar el momento de volver a su casa por la noche, me aseguró que estaba desorientado, sin saber que camino tomar, cuando apareció Don Quijote, el mismísimo caballero hidalgo, a lomos de su imponente caballo blanco y le dejó en la puerta de su casa, entrega a domicilio, sano y salvo, como no podía ser menos.
Fue bonito tener el placer de llevarle a los molinos de Campo de Criptana el día de Navidad, verle emocionado sin poder creerlo, “¡Estoy en los molinos del Quijote!, cuando lo cuente por ahí no lo van a creer”, exclamaba con entusiasmo.
Bonito también ver a Encarna tan feliz, tenía ganitas de verla así. Les deseo lo máximo para su aventura común.

También hubo noticias inesperadas de casamiento, sobrino correteando por el pasillo, sueños de viajes que quizá se culminen, visita a Granada con embutido y frío, nostalgias de gente querida que no está, llamadas sorpresa y “galleo” después de mil años. Recibir el año nuevo en la cocinilla, con los amigos más queridos fue muy lindo. Faltaba Ruth, se quedó en Cuenca dormida cuando le quedaban tres folios, pero cuando apruebe la oposición prometió recompensarnos. Mucha suerte, bonita, ésta es la tuya, te lo dice una bruja.
Y, para la sorpresa de todos los presentes, una de las estampas navideñas más entrañables en mi familia hizo su aparición a las seis y media de la mañana del año nuevo: la brisca. Después de salir por ahí toda la noche, con la consiguiente borrachera mal, terminamos jugando a la brisca en la cocina de casa con mis padres, que se levantaron de la cama a esas horas para “echar unas manos”. Que te maten el tres de muestra en ese estado no es muy agradable, lo aseguro.
Así pasaron estas vacaciones, dejando un año que como todos hará historia y abrazando el dosmilocho con la ilusión de todo lo nuevo, lo que está por venir…

Los mejores deseos para mi gente, la que está y la que no, todos siguen presentes en mi corazón y me dan fuerza.

miércoles, 2 de enero de 2008

Carta al rey Gaspar

No muy querido Gaspar:
Si bien no simpatizo con reyes de ninguna clase y antes que la corte prefiero la aldea, lo cierto es que este año me he sobresaltado al pensar que a lo mejor eso de la III República va en serio y dentro de poco no quedarán en este país, como dijo una vez Palmiro Togliatti, más reyes que los de la baraja. Aunque lo deseo, no sé si estoy preparado para eso, porque son muchos años de hojear "Hola" y "Lecturas" en salas de espera diversas y se me hace difícil imaginar un mundo sin testas coronadas (no sólo de cuernos), sin yates bribones con patrones ídem y sin ejércitos de escoltas en los remontes de Baqueira-Beret. Antes de que eso ocurra y rueden todas las coronas (con o sin cabezas dentro), quiero darme una última oportunidad de entrar en contacto con la realeza. Y como parece que el rey al que presuntamente votamos al votar la Constitución (tanto a él como a su descendencia, por los siglos de los siglos), ese rey, digo, no puede hacer casi nada por iniciativa propia (aparte de mandar callar de vez en cuando), unido eso al hecho de que cada año por estas fechas aparece a las puertas de muchos comercios un trío de reyes de guardarropía diz que venidos de Oriente y que uno de ellos responde al mismo nombre que usted, me animo a escribirle esta carta para pedirle un par de cosillas que por mi buen comportamiento considero humildemente que merezco.
La primera es que deje de repartir carbón a todos los que no le votaron en ese plebiscito que se montó usted hace poco para perpetuarse en el trono. Comprendo que, siendo usted asturiano, tenga un interés especial en salvar la minería del carbón. Pero piense que es una sustancia muy negra y que tizna mucho, especialmente a quien, como usted, no para de repartirla a diestro y siniestro (sobre todo esto último). De modo que, al paso que va, no habrá quien le distinga de su colega Baltasar, de lo negro que se va a poner.
La segunda es que siga, como manda la tradición, la estrella que viene de Oriente. No sé si se ha fijado bien, pero la que está siguiendo ahora viene claramente de Oczidente (con zeta de Zapatero). Si sigue votando a favor de presupuestos neoliberales, leyes que privatizan la educación, proyectos de recuperación de la memoria que consagran el olvido y cánones digitales, por muchos gestos "progres" que haga en materias secundarias, descubrirá el día menos pensado que ha caído de las cumbres del Olimpo a las ciénagas de Ferraz (incluso es posible que algunos pajes de su séquito acaben yéndose a Génova).
Todo esto que pido no es para mí solo. Es para mucha gente que allá por 1986, cuando el señor X nos metió definitivamente en la OTAN después de una campaña de intoxicación sin precedentes, decidimos no claudicar ante la derrota y, sin creer en dioses, reyes ni tribunos, emprendimos el esfuerzo de poner en pie una izquierda con dos erres: racional y radical. Parece que usted cree que la primera erre es incompatible con la segunda. Es su problema, no el nuestro. Si ha decidido que su comitiva, en lugar de proseguir la dura marcha, se quede en el ameno oasis de la izquierda conformista, allá usted. Pero por favor, devuélvanos los camellos, que a nosotros no nos asusta la travesía del desierto.
Miguel Candel es profesor en la universidad de Granada.
Aprovecho la carta a Gaspar para recomendar la lectura del "Rebelión", podeis acceder directamente pinchando encima... Es uno de los pocos medios donde las verdades de tan grandes parecen mentira... en el resto, las mentiras de tan cotidianas se tornan axiomas.