Hace ya una semana que estoy en una situación laboral que parece causar reacciones curiosas en la gente que me rodea: DE BAJA. Los más allegados, familia directa, se preocupan por mi espalda y la cosa queda ahí; pero los compañeros y amigos, al enterarse, no pueden reprimir comentarios tales como: “que bien vives”, “apúrala al máximo” ó “disfruta de tus vacaciones”. Así que no puedo evitar preguntarme: ¿Será éste el estado ideal del ser humano?.
Los dos primeros días, el placer por haberme liberado fortuitamente de los diablillos con los que trabajo me produjo una sensación de libertad inconmensurable, como si me hubiesen dado la condicional después de años en una cárcel turca y estuviese disfrutando de unos días de relax en alguna playa caribeña. Ir cojeando era sólo un pequeño detalle sin importancia.
Ahora, después de siete largos días, comienzo a añorar mis clases y procuro convencerme de que el dolor no es tan intenso y que, seguramente, ya podría trabajar evitando ciertos movimientos y acrobacias. Parece ser que no soy tan libre así, me siento como “inútil” en una sociedad en la que trabajar es el único reflejo de productividad. Y aquí me surge la segunda cuestión: ¿Me gusta realmente mi trabajo?, ¿Quiero volver porque lo extraño realmente o por esa milonga que nos contó Marx de que el trabajo dignifica?, ¿si no trabajo no sirvo?, ¿se puede ser feliz sin trabajar?....
Lo positivo de todo esto es que ahora tengo tiempo para hacerme esas preguntas, eso es mucho más valioso que llegar a una respuesta… Lo bueno no es responder, sino hacerse preguntas. Esa es la prueba más inequívoca de libertad, plantear la duda.
A través de las preguntas podremos descubrir lo que es realmente valioso para nosotros y esa es la clave para disfrutar de una vida con sentido.
Valioso proviene de “valores”. Los valores forman parte de nuestra esencia única e individual, nos definen, nos identifican y representan. Si nuestras elecciones cotidianas reflejan estos valores, nuestra vida será más plena, adquirirá un mayor sentido y seremos más fuertes frente a la adversidad.
Vivir en la naturaleza, tener una familia unida, aprender durante toda la vida, divertirse trabajando, alcanzar una conexión íntima con los demás…pueden ser algunas de las formas de expresar nuestros valores en la vida cotidiana.
Si perdemos de vista estas preferencias, poco a poco olvidaremos nuestros referentes de lo que es una “buena vida” para nosotros, y entonces nuestro día a día correrá el riesgo de convertirse en una agotadora sucesión de deberes y obligaciones sin sentido.
Ya hablé en una ocasión del “coaching”, incluido en mi vida gracias a Pedro. Pues una buena manera de practicarlo y continuar el camino de crecimiento personal consiste en identificar nuestros valores y establecer cómo actualizarlos en la vida cotidiana. Se trata de sacar a la luz los que nos mueven profundamente y hacen que levantarse cada mañana merezca la pena.
La Seguridad Social puede demandarme por esto. Asumiré el riesgo… Animo a todos y a todas a “pillarse una baja” para reflexionar sobre todo esto y ser un poquito más felices día a día.
Si alguien no sabe cómo hacerlo, que se ponga en contacto conmigo y le contaré encantada cómo me hice esta ciática, incómoda pero útil para mi salud mental.
Los dos primeros días, el placer por haberme liberado fortuitamente de los diablillos con los que trabajo me produjo una sensación de libertad inconmensurable, como si me hubiesen dado la condicional después de años en una cárcel turca y estuviese disfrutando de unos días de relax en alguna playa caribeña. Ir cojeando era sólo un pequeño detalle sin importancia.
Ahora, después de siete largos días, comienzo a añorar mis clases y procuro convencerme de que el dolor no es tan intenso y que, seguramente, ya podría trabajar evitando ciertos movimientos y acrobacias. Parece ser que no soy tan libre así, me siento como “inútil” en una sociedad en la que trabajar es el único reflejo de productividad. Y aquí me surge la segunda cuestión: ¿Me gusta realmente mi trabajo?, ¿Quiero volver porque lo extraño realmente o por esa milonga que nos contó Marx de que el trabajo dignifica?, ¿si no trabajo no sirvo?, ¿se puede ser feliz sin trabajar?....
Lo positivo de todo esto es que ahora tengo tiempo para hacerme esas preguntas, eso es mucho más valioso que llegar a una respuesta… Lo bueno no es responder, sino hacerse preguntas. Esa es la prueba más inequívoca de libertad, plantear la duda.
A través de las preguntas podremos descubrir lo que es realmente valioso para nosotros y esa es la clave para disfrutar de una vida con sentido.
Valioso proviene de “valores”. Los valores forman parte de nuestra esencia única e individual, nos definen, nos identifican y representan. Si nuestras elecciones cotidianas reflejan estos valores, nuestra vida será más plena, adquirirá un mayor sentido y seremos más fuertes frente a la adversidad.
Vivir en la naturaleza, tener una familia unida, aprender durante toda la vida, divertirse trabajando, alcanzar una conexión íntima con los demás…pueden ser algunas de las formas de expresar nuestros valores en la vida cotidiana.
Si perdemos de vista estas preferencias, poco a poco olvidaremos nuestros referentes de lo que es una “buena vida” para nosotros, y entonces nuestro día a día correrá el riesgo de convertirse en una agotadora sucesión de deberes y obligaciones sin sentido.
Ya hablé en una ocasión del “coaching”, incluido en mi vida gracias a Pedro. Pues una buena manera de practicarlo y continuar el camino de crecimiento personal consiste en identificar nuestros valores y establecer cómo actualizarlos en la vida cotidiana. Se trata de sacar a la luz los que nos mueven profundamente y hacen que levantarse cada mañana merezca la pena.
La Seguridad Social puede demandarme por esto. Asumiré el riesgo… Animo a todos y a todas a “pillarse una baja” para reflexionar sobre todo esto y ser un poquito más felices día a día.
Si alguien no sabe cómo hacerlo, que se ponga en contacto conmigo y le contaré encantada cómo me hice esta ciática, incómoda pero útil para mi salud mental.
4 comentarios:
pero no le des tantas vueltas al no trabajar. Simplemente disfrutalo jajaja
bueno, y para cuando un comentario para el isma?????? es que no tienes motivos??
- Buenos días, ¿señorita Gilda?
- ¿Gilda? Bueno yo me llamo así en un blog, pero mi nombre verdadero es...
- Disculpe, pero lo sabemos todo de usted: su nombre, su edad, sus viajes, qué hace por las noches y con quien...
- Disculpe usted ahora señorita, pero es que estoy de baja y no tengo ganas de comprar nada ni de cambiarme de compañía de teléfonos. Hasta luego y...
- Le llamo de la SS, es decir, de la seguridad social...
- Precisamente, qué bien, así comprueba cuánto me duele la ciática; si quiere tocar aquí justamente verá que...
- Vamos a ver, que estoy al teléfono, no junto a usted. Y al grano: ¿está usted alentando a las masas a través de internet a darse de baja en sus puestos de trabajo?
- No sé de qué me habla, qué desagradable...Ayyyyyyyyyyy cómo me duele, me voy a meter en la cama ya mismo.
- Espero que sola, el sexo no puede ser bueno para la ciática, señorita.
- ¿No le gusta a usted el sexo? Será usted una seta, como si lo viera. Y los domingos por la tarde se infla de helados baratos de DIA en el sofá delante de la tele, pensando en un novio que tuvo de pequeña; vamos, muy de pequeña.
- No aguanto más insolencias...Le comunico que a partir de hoy pasa usted de estar de baja a estar a la baja. Por orden del Estado.
- Señorita, yo me cago en el estado siempre que puedo; pero va a tener suerte porque ahora con la ciática... Y yo nunca estaré a la baja, qué ordinariez.
- Gilda, si estuviera allí le abofetaría como si fuera Glenn Ford; y unas cuantas veces. Pero ya le gustaría a usted ser Gilda.
- Pues tengo su cabello y sus amantes, que lo sepa. Y a la baja estará su prima la de Pedroñeras, ordinaria.
- ¿Qué hace los domingos por la tarde, Gilda?
- No hago: me dejo hacer.
- Pero...¿el qué?
- La ciática señorita, si quiere se la paso y me deja en paz.
- Pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi-pi-piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Leku, ya sabes, soy una rayá...además tiene sus ventajas tener un blog donde contarlas y que los demás las lean.Catarsis
Elenita, estoy a tope y no tengo tiempo. Os debo a tí y a Isma una entrada currada, como el concierto.Me sobran los motivos para hablar de los dos...Besitos
JAJAJAJAJAJA!!!!Delicioso...
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