En estos tiempos preelectorales me surgen dudas y contradicciones que alteran mi "carma", me siento preocupada y obsesionada por hacer lo que debo según mis principios y valores. Parece sencillo, pero el ser humano alienado por las mentiras que nos rodean es débil y, a veces, hasta racional... y cuestiona. Bueno, como ya he dicho en varias ocasiones es un deber hacerse preguntas. De algunas encontramos la respuesta y nos alivia, de otras, las más importantes quizá, sea más difícil, pero no importa, mañana podemos seguir meditanto sobre ellas.
Mi reflexión se centra en la dicotomía de votar en quien siempre confié (dentro de la relativa desconfianza a todo lo que huele a palabras vacías y mentiras) o lanzarme a la revolución del "Ensayo sobre la Lucidez" y no votar, qué carajo, a ver si todos hacen lo mismo que yo y creamos un país de anarquismo filantrópico y hermandado.
Incluso incluiría una tercera opción que reconozco siempre rechacé, pero que esta vez llegué a plantearme por puro pánico que me entraba al pensar que el otro "zezeante", Rajoy, llegase a gobernarnos y representarnos. Sí, llegué plantearme hacer uso de la mentira del voto últil. Pero muy superficialmente, porque me imaginaba cogiendo la "papeleta trampa", depositándola en la urna y me invadía una sensación de abatimiento y derrota personal que me convencía de que no, que no podía hacerlo.
He de agradecer, entre otros, a Alberto San Juan, que me dió, sin saberlo él, claro está, el aliento ajeno que, a veces, necesitamos para seguir confiando en que no estamos solos en medio de un montón de gente.
Quiero transcribir una parte de la entrevista que he leído de él por si le abriga a alguien como ha hecho conmigo:P. Dicen que las ideologías han muerto, ¿qué significa ser hoy una persona de izquierdas? R. Para mí, ser de izquierdas es creer en la posibilidad de alcanzar la fraternidad universal sin necesidad de ninguna forma de control, imposición o represión
estructural. Sólo creo en dichas actitudes cuando son tomadas libre y conscientemente por un individuo para aplicárselas él mismo. Es creer que no hay seres malos y seres buenos, sino situaciones malas y situaciones buenas. La desigualdad social, un mundo dividido en ricos y pobres, es una situación mala que, inevitablemente, genera malos comportamientos. Es creer en una sociedad donde lo humano sea prioritario y, por tanto, no existan clases sociales ni bandos enfrentados. Es creer en una sola humanidad de mil colores, en la vida como una celebración, con sus pérdidas y dolores.
P. Del Gobierno de Aznar dijiste: «Parece que sólo trabaja por la infelicidad de sus ciudadanos, toda su política se basa en la violencia: inmigración, guerra de Irak...». Finaliza ahora otra legislatura. ¿Para quién ha trabajado el Gobierno socialista?
R. El PSOE gobierna una sociedad construida sobre principios capitalistas, donde lo humano está sometido a la productividad y donde los beneficios no se reparten de una forma equitativa. El actual gobierno no es revolucionario, evidentemente, no pretende cambiar las bases de las actuales relaciones entre los hombres, pero tiene una sensibilidad social infinitamente mayor que el PP y, de alguna manera, probablemente participa de la utopía del humanismo. En cualquier caso, siempre he votado y seguiré votando a Izquierda Unida.