
La semana pasada vino una mamá a verme para comentarme los problemas asmáticos de su hija y después se acercó sigilosamente y me dijo con rotundidad: "Y Olga, olé tus huevos con lo de la fruta"... No son del mismo grupo de alimentos, pero sonreí.
Tras unas semanas de adaptación al experimento, me lleno de satisfacción cuando, al terminar la clase, veo a mis alumnos acercarse mordiendo una jugosa manzana, enseñándome un taper con un kiwi y una cucharilla (Oscar se reiría mucho con esto), o un melocotón pelado y troceado con un color raro después de varias horas encerrado.
Lo del taper me fastidia porque indirectamente fomento el crecimiento de la secta taper-ware y la fabricación de cubículos diminutos endemoniadamente plastificados, pero bueno, a veces el fin justifica los medios.
Qué suerte tengo, me encanta, es más posible de lo que pensamos mejorar nuestro micro mundo, el auténtico, el otro ya está perdido.